ORDINARIO 13º B. El sentido de la muerte no se afronta desde el deseo de volver a esta vida, sino asumiéndola como la puerta de la Vida, el parto a una vida nueva.

Resumen y esquema del texto:

28La Palabra de este domingo 13º irradia optimismo y vitalidad. Las Escrituras insisten en que el Creador no quiere que se malogre su criatura, pensada y creada para vivir y ser feliz, y no para acabar en la nada (primera lectura); no quiere la muerte, que no es el destino final de su proyecto para el ser humano, que aun sabiendo que morir es natural dentro del proceso vital, se resiste a ello. Lo contrario supondría un Dios siniestro que da vida para unos años, pero no acoge al final de la indeseada muerte. En definitiva, es una invitación a reflexionar y contemplar las acciones de Dios a favor de su criatura, valorando el don de la vida que se nos ha entregado como expresión de su amor. Y así, la fe del cristiano, iluminada además por la resurrección de Jesús, es que Dios está dispuesto a salvarnos de la destrucción: “No me entregarás a la muerte ni dejarás a tu siervo conocer la corrupción” (Sal 16,10). 

El evangelio pertenece a la segunda sección de la primera parte del de Marcos: “Jesús, el Mesías, se manifiesta en palabras y gestos”. Contiene dos escenas, una dentro de la otra, reunidas por Marcos, o quizás con anterioridad. Narran el drama de dos mujeres con doce años de marginación y exclusión de la comunidad: una por hemorragias, y otra, por la edad, la marcada por ley, en que empieza la menstruación de la mujer y su muerte social. El relato de la hemorroisa llena el espacio narrativo que separa a Jesús de la casa donde van. Jesús actuará en favor de las dos, venciendo la enfermedad y la muerte y devolviéndoles la alegría.

Marcos, excelente narrador dramático, presenta una situación límite, en la que todo es intencionado: acabar con una forma de enfrentarse a la muerte, para afrontar vida y muerte desde la fe, en sintonía con el plan del Padre y las palabras de Jesús: “Yo soy la Resurrección y la Vida”. Marcos no lo dice, pero logra un clima de tensión y expectativa, y subraya el poder de Jesús sobre la enfermedad y la muerte, y presenta a Jesús como el Señor de la Vida, y por tanto de la Muerte, el único médico que puede curar de sus males y librar de la muerte a la humanidad doliente, superando el tabú judío de que, quien toca sangre o un cadáver era también impuro, pues eran causa de exclusión.

Además, es una catequesis de cómo acercarse a Jesús y no creer en él como si fuera un simple curandero. El relato muestra el recorrido que el creyente en Jesús ha de hacer para experimentar su señorío. A medida que aumenta la información sobre Jesús y su poder, crece en los discípulos la incapacidad de entender, y queda claro que tienen que cambiar su idea sobre el Mesías; si no, crecerá el peligro de alejarse de él. Frente a la duda, Jesús insiste en permanecer firmes en la fe y en la confianza sin condiciones: “no temas, basta que tengas fe” y “tu fe te ha salvado”.

11Pero la fe es siempre imperfecta, puede que incorrecta, e incluso encubridora de actitudes mágicas, como la de algunos que se acercan a Jesús; es el caso de Jairo y la hemorroisa, pero que se le acercan confiando en que tiene poder para hacer lo que le piden. Cuando Jesús descubre su fe, no se puede resistir, la fe era condición indispensable. La Palabra nos ayuda a corregir los posibles defectos de nuestra fe, para que sea más auténtica.

Pero las palabras de Jesús tienen una intención más profunda: superar los viejos tabúes religioso-culturales, y la tensión en las comunidades cristianas entre sus miembros, judíos y paganos. Aquellos, sobre todo los que venían del fariseísmo, seguían fieles a las normas de pureza, y eso dificultaba su vida con los otros, que consideraban impuros. Además, esas comunidades vivían desanimados, y les venía muy bien escuchar: “No estáis muertos, sólo dormidos. Despertaos”.

Una división del texto para ayudar a la lectura y comprensión:

Vv.21-24. Jairo, uno de los jefes de la sinagoga, pide a Jesús que cure a su hija. Jesús acaba de desembarcar, de nuevo en la orilla judía, y vuelve a ser asediado por los hambrientos de él y su palabra; buscaba a la gente y ellos lo buscaban a él. Entonces, Jairo, superando obstáculos, el primero, el de la religión, era jefe de la sinagoga, donde no encontraban en Jesús un aliado, sino alguien que superaba sus costumbres, y no creen que el Reino esté en él, ni que esté comenzando algo nuevo. Debe superar también la certeza de que ciertos males terminan con la vida, y finalmente el obstáculo de los que le anuncian que su hija ya ha muerto. Su breve encuentro con Jesús manifiesta su convicción de que tiene poder para vencer la enfermedad y la muerte; se arroja a sus pies, rogándole insistentemente por su hija. Jesús accede, y la gente va con ellos porque quieren estar cerca cuando realice el milagro. Es el punto de partida de las dos curaciones que siguen: la mujer de la hemorragia y la resurrección de la hija de Jairo.

Vv.25-26. Aparece una mujer que sufre de hemorragias, que, junto al sufrimiento físico, le causan según la Ley (Lv 15,25) una grave enfermedad espiritual, la de la impureza, con la consecuencia de vivir marginada, porque se creía que la sangre convertía impura a quien la tocara, y estaba prohibido el contacto con ella, además de vivir marginada por el hecho de ser mujer (Lv 12,1-5; 15,19-27): en la sinagoga no participaba, y no podía ser testigo. Muchas mujeres no aceptaban esta exclusión, y encuentran acogida en Jesús; precisamente por un contacto con su manto, renace en ella la salud y una vida normal. Marcos dice que la mujer había gastado toda su fortuna en médicos, pero en vez de mejorar había empeorado. Es una llamada a no buscar la salud en cosas que te hacen sentir aun peor; la fe es lo único que salva, y no la práctica sin sentido.

4 0Vv.27-28. El razonamiento de la mujer ante Jesús. Había oído hablar de él, y le pide la curación para un mal que la llevaba a la muerte. Pensaba: “si consigo tan sólo tocar su manto, me curaré”. No acepta la doctrina oficial que decía lo contrario, que quien la tocara sería impuro. Representa al pueblo fiel que durante años ha seguido las normas de los maestros de la Ley, y que ha gastado su fortuna, e incluso su vida intentando cumplir unas leyes que no son fieles a la ley de Yahveh; pero, como ella, un pueblo confía y espera en el Dios de la promesa. Con mucho valor, se mete en medio de la gente que apretujaba a Jesús por todas partes, y casi sin ser vista, se acerca y lo toca por detrás.

Vv.29-32. Se cumple el deseo de la mujer y percibe que ha sido curada. Era peligroso, pues, por ley, alguien impuro que se metía en una multitud volvía impuros a todos (Lv 15, 19-30), y si era descubierta, podría ser apedreada. Pero, “atemorizada y temblorosa”, tuvo el valor de asumirlo, es acogida sin reproche y se cura. También Jesús siente que ha salido de él una fuerza, y sucede un nuevo pequeño desacuerdo con los discípulos, pues Jesús poseía una sensibilidad que no era percibida por ellos, que reaccionan como todo el mundo y no entienden la reacción distinta de Jesús, que sigue indagando sobre quién lo tocó.

Vv.33-34. La conversación entre Jesús y la mujer curada, que se echa a sus pies y asume lo que ha hecho. Jesús abre un diálogo para que su fe se purifique, no quiere que todo quede en confianza mágica, sino que de ella debe brotar una fe limpia, pues sin ella, Jesús sería un curandero más, uno de tantos, al que se toca como se tocaban las imágenes de los dioses. No acepta que se le considere sólo eso; él es alguien que invita a creer en el Dios de la Vida. Lo que le ha sucedido a la mujer debe reconducirse desde la fe, pues sin ella, Jesús no hubiera podido hacerse el milagro: “Hija, tu fe te ha salvado”. Por eso, busca a la mujer que avanza hacia él con temblor, como ante un ser divino, y se obra la sanación completa: no sólo queda curada sino también salvada. Con ese “hija”, la acoge en su nueva familia, la comunidad que se formaba a su alrededor, y la mujer desaparece entre la muchedumbre.

IMG_20180630_134837La mujer, como toda aquella gente, cree que Jesús posee poder contra el mal, y siempre a favor del bienestar humano. Pero no es a través de lo efímero del milagro como se logrará la total liberación de la muerte, sino a través de la cruz de Jesús, que es donde aparece en plenitud la oferta de amor de Dios que dura para siempre. No se trata de negar el valor del milagro, que es signo de parte de Dios, ni el poder de Jesús, pero no es su objetivo hacer milagros, que sólo son anticipo de la liberación completa, principalmente de la enfermedad y la muerte, signos de la limitación y caducidad humana, y que sólo se realizará desde la Cruz, que es para Marcos, desde donde sólo se entiende el itinerario terreno de Jesús; y, sólo la asunción del sufrimiento y la muerte coloca a la persona en su verdadera dimensión ante Dios y le ofrece la definitiva respuesta que tanto le cuesta entender.

Vv.35-36. Continuación del relato de la hija de Jairo. Este encuentro con la mujer retrasa la llegada de Jesús, se produce la muerte, y no hay necesidad de seguir. Para todos y para Jairo, la muerte es el gran muro y ni Jesús ni nadie puede resucitar a un muerto. Jesús, sin tener en cuenta todo eso, mira a Jairo y le recuerda la curación que acaba de ver, y cómo la fe, condición indispensable, es capaz de hacer lo que la persona cree. Sólo le pide, que a pesar de las evidencias en contra, siga confiando, y descubrirá que él tiene poder sobre la muerte, y no sólo sobre la enfermedad, porque es dueño de la vida y de la muerte, pues curar la enfermedad no soluciona el drama de la muerte, y la mujer curada morirá, y la hija de Jairo volverá a morir; la solución está en afrontar la muerte en su verdadera dimensión: “¡No temas, sólo ten fe!”, y confía.

Vv.37-40a. Llegada a la casa de Jairo. Marcos deja claro que es desde la casa, lugar donde se reúne la comunidad cristiana, y no desde la sinagoga, desde donde Jesús salva y hace revivir la Alianza, pues la institución judía está muerta. Jesús se separa y sólo tres discípulos entran con él; encuentra un grupo de personas significativas en la cultura judía: plañideras y flautistas, que tenían que crear un escenario dramático al dolor de la muerte; y es desde la ley, desde las tradiciones de Israel, desde sus costumbres, desde donde Jesús salva. No ha venido a abolir la Ley, sino a darle sentido verdadero. Pero al entrar Jesús, estas personas tienen que salir: son incompatibles los que cantan a la vida y los que cubren la muerte de negrura, olvidando que es una puerta a la vida.

Jesús dice: “La niña no está muerta, está dormida”. La gente ríe, sabe cuándo una persona está muerta o duerme. Estas burlas reflejan la falta de fe, nadie en el relato cree que Jesús pueda resucitar a un muerto, tampoco Jairo. Es la risa de aquéllos que no consiguen creer que “nada es imposible para Dios” (Gn 17,17; 18,12-14; Lc 1,37Jn 17,17; 18,12-14), era demasiada fe para aquella gente, pero Jesús no da importancia a esas risas.

buena-noticia2Vv.40b-43. La resurrección de la niña está narrada con alusiones al Cantar de los Cantares y a un banquete de bodas. A partir de este momento, Marcos no se refiere a ella como niña, sino como muchacha, en edad casadera; después dirá que tenía doce años, la mayoría de edad según la Ley. La gente llora, pero no se puede llorar si el Novio está presente con sus amigos; al llegar a casa de la novia, pide a sus padres que lo acompañen para encontrarse con ella; en el AT el Novio era Dios, e Israel la Novia que desposa. En definitiva, Jesús está invitando a Israel, personificado en la niña, a unirse íntimamente a él. Extiende su mano, y toma la de ella; es la mano poderosa de Dios: “Si el justo cae no queda por tierra, porque el Señor lo tiene de la mano” (Sal 37,24).

Le dice: “muchacha, ven a mí”; y ella se levantó. Evoca las palabras creadoras de la vida: el “Hágase” del Génesis. Ahora, ante la muerte se escuchan las palabras de Jesús devolviendo la vida: “Niña, levántate por mí: no por mérito tuyo, sino por mi gracia”. En esta niña se anticipa simbólicamente el misterio de la Pascua en el que la muerte es sólo, como dice Jesús, un dormir en espera del encuentro con la eternidad de Dios. La niña despierta, sí; pero volverá a morir un día y entonces ya no volverá a esta vida, no estará allí a sus pies Jesús que la levante de nuevo de esa postración. Por eso no se debería usar el término resurrección para este caso de la niña que vuelve a esta vida. En la verdadera resurrección, cuando logrará pasar a una vida distinta y plena, comprendemos con todo su sentido las palabras de Jesús: “la niña no está muerta, sino que está dormida”.

Hay una gran conmoción, pero Jesús conserva la calma y pide que den de comer a la niña. Por una parte, alude al banquete de bodas, y, por otra, muestra la preocupación de Jesús por el pequeño y sus pequeñas cosas, porque está cerca de todos. Resucitar a un muerto revela, a modo de teofanía, la condición divina de Jesús, y eso, maravilla a los presentes. Pero Jesús, evita la aclamación popular, y trata de pasar inadvertido, no como Mesías. Trata de evitar las expectativas de sus contemporáneos que esperaban un Mesías político. Y él no lo era, su mesianismo era de otro tipo. Por eso huía de la aclamación popular, y está por lo co­mún ausente en él el título de Mesías. Emplea otro más misterioso, pues mis­teriosa es su persona y misteriosa su misión: “Hijo del Hombre”. Es el secreto mesiánico de Marcos.

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Unas preguntas para profundizar más en esta palabra de Vida:

*Dios no salva de la muerte, sino en la muerte. ¿Entiendes que, ante la muerte, la fe cristiana no supone el antídoto que libra de ella, pero sí ofrece la luz para afrontarla: “el que crea en mí, aunque muera, vivirá”?

*¿Sabes que, para ser curado, lo primero es conocer qué te pasa, qué molestias sientes, y que, una vez localizado el mal, lo siguiente es acudir al doctor para que te sane la dolencia?

 *¿Es posible que tu fe esté enferma o dormida? ¿Qué necesitas para curarte? ¿Dónde buscas la solución a tu curación? ¿Te acercas a Jesús para que él te cure y te resucite?

*¿Qué significa para ti hoy ese “no tengas miedo, sólo ten fe”?

*¿Te preocupas, al igual que Jesús, porque los demás tengan un encuentro verdadero y profundo con el Señor? ¿Acompañas la incipiente fe del otro hacia una fe más profunda?

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Unos propósitos para el cambio continuo de vida:

*Leer los primeros capítulos del Génesis y descubrir un Dios que es luz, vida y amor. No son suyas las tinieblas, ni el error ni la mentira, ni el odio ni la indiferen­cia; el mal no es obra suya, y todo ha salido de sus manos, limpio, hermoso, ordena­do y bien orientado. El hombre, su obra maestra, está hecho, por ser imagen y semejanza suya, para ver la luz, amar la ver­dad y vivir eternamente, pues su destino y fin es el mismo Dios.

*Asumir que el milagro no puede quedar en una cuestión de magia, sino que es un signo de cómo ve Jesús la muerte: un sueño, un paso, una hermana de la vida. El milagro lanza hacia una fe pura y total, libre de magias, confiada sólo en el Dios de la vida. De imperfecta como la de la mujer, incluso de desesperada como la de Jairo, la fe puede crecer, madurar y llegar a ser total; es el camino espiritual del cristiano.

*Confiar en el Dios que nos ha creado para vivir eternamente. El verdadero sentido de la muerte no se afronta desde el deseo de volver a esta vida, sino entendiendo que morir no es una tragedia, aunque toque llorar la muerte. Se trata de asumir la muerte, el final de nuestra vida histórica, como la puerta de la Vida, el parto que nos llevará a una vida nueva.

*Entender que la gran novedad de Jesús es invitarnos a expresar toda nuestra confianza en Dios, creyendo que nada está perdido, porque su oferta de vida y su poder vivificante se manifiesta eficaz incluso en la propia muerte; eso es la fe: no tener miedo y confía en Él.

Y un momento de oración:

Señor Jesús, por más que quiera aparentar que soy valiente, tengo también mis miedos e inseguridades; y en muchos aspectos estoy decaído, siento que mis planes están perdidos, y que no todo en la vida me sonríe. Necesito escuchar tu voz: “Levántate, no tengas miedo, solo confía”. Quiero Señor confiar en ti; ayúdame a creer.

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